"Si los lectores de Cien años de soledad fueran un país, sería el más grande de la literatura contemporánea". Lectura recomendada.
Escritor, guionista, editor y periodista colombiano. En 1982 recibió el Premio Nobel de Literatura. La novela Cien años de soledad, es considerada una de las más representativas del realismo mágico, e incluso se considera que por el éxito de la novela es que tal término se aplica a la literatura surgida a partir de los años 1960 en América Latina. Famoso tanto por su genialidad como escritor como por su postura política. Su amistad con el líder cubano Fidel Castro fue bastante conocida en el mundo literario y político.
Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo. (García, 1967)
Cien años de soledad es un clásico de la literatura latinoamericana y después de muchas recomendaciones decidí que tenía que agregarlo a mi lista de libros por leer.
Además, el realismo mágico se volvió uno de mis géneros favoritos y sabiendo que esta novela fue la que dio pie a que este género se desarrollara, no me quedó otra opción.
Con mi árbol genealógico preparado y mis ganas de leer altas, me aventuré en la historia de los Buendía.
Desde el comienzo me pareció una historia entretenida, con bastante fluidez en sus palabras, incluyendo un ritmo bastante agradable y preciso. Entendí la confusión de muchos lectores al recibir tantos nombres en lapsos cortos y además nombres bastantes parecidos. José Arcadio, Aureliano, Arcadio, Aureliano José, Aureliano Segundo, José Arcadio Segundo y más, volvieron a esta novela un laberinto y al mismo tiempo un rompecabezas que, aunque era difícil de resolver, era fácil de entender y disfrutar.
Gabo nos cuenta la historia de toda la estirpe Buendía, la cual está repleta de personajes bastante amigables, entrañables y sobretodo reveladores. Tenemos la oportunidad de conocerlos a fondo y saber como José Arcadio Buendía fundó Macondo, el lugar ficticio que Márquez logró plasmar de manera inmejorable.
Al ser todo un ciclo de generaciones, sabremos de la vida del tatarabuelo hasta el tataranieto, recorriendo con lujo de detalle sus convicciones, acciones, temores y errores. Y al conocerlos desde que salen del vientre de su madre hasta que están enterrados, podemos comprender su historia y su personalidad, además de sus influencias y perspectivas que sus familiares más grandes les heredaron.
Eso sí, cada personaje tiene su tiempo de protagonismo, pero mientras vamos avanzando en el árbol genealógico lo van perdiendo y cediendo al hijo, sobrino o nieto. Este hecho es lo que hizo de esta novela una maravilla cuando se publicó, ya que nos hace experimentar un nuevo estilo de literatura. Aún así, sentí que mientras los primeros personajes desaparecían y los nuevos saltaban al papel protagónico se volvían más planos y frívolos, sin menos arcos y convicciones, lo que ocasionó que no pudiera conectar por completo con ellos.
Una de las cosas que disfruté bastante fue la transición entre generaciones, que eran bastante fluidas y ligeras. En un momento nos platicaba la historia del abuelo y sin saberlo y sin complicaciones ya estábamos en la del nieto.
Mientras las páginas avanzaban me di cuenta de que como en todas las nuevas sociedades en desarrollo, los conflictos bélicos siempre aparecen. Y en esta historia no es la excepción; problemáticas sociales y políticos provocan guerras y baños de sangre, y estos temas son presentados de manera bastante intrigante. Al menos por un momento, ya que a mi parecer después de un largo número de páginas y un gran número de guerras y nuevos personajes que van moldeando a Macondo, empecé a sentir la narración más tediosa y llena de detalles innecesarios.
Fue en este punto donde mi lectura empezó a ser menos llevadera y más complicada, no por la dificultad de recordar nombres o de identificar a uno de los 150 personajes que existen, sino por tanto detalle y descripción que sentí como relleno.
Continúe por mi odisea entre los genes de José Arcadio Buendía y encontré una nueva inconformidad, que era lo repetitivo de los personajes. Al conocer a los hijos, nietos, tataranietos, sobrinos y más de una misma familia, las personalidades tienden a ser parecidas a las de los padres y abuelos, entonces me fue difícil encontrar una fresca perspectiva o narrativa.
Además, muchos personajes que no tenían mucha relevancia salieron de la historia con gran narrativa y personajes que eran bastante relevantes y aportaron mucho al desarrollo de Macondo, tuvieron un desenlace pobre y simple. Independientemente de eso, tengo que reconocer el gran trabajo que hizo García Márquez al crear tantos personajes y unirlos a todos en una misma historia, que sin duda fue una ardua tarea. Sabiendo que leer Cien Años de Soledad es complicado, no puedo imaginar lo complicado que fue escribirlo.
Dejando a un lado lo que me pareció negativo de esta novela, me gustaría adentrarme en los temas y mensajes que me dejó el relato.
Mientras Macondo crece y se desarrolla, vemos que la familia crece en conjunto, y viceversa. Cuando Macondo decae, la familia también. Eso me pareció algo muy especia y único de esta obra.
Además de que mientras nuestra historia va escribiéndose nos damos cuenta de lo fácil que es olvidarla y hacernos desconocidos de ella. Hoy en día tal vez sepamos los nombres de nuestros bisabuelos, pero no sabemos lo que vivieron o lo que aportaron a sus comunidades. Mientras nuestros antepasados mueren, su historia se va con ellos.
Y eso me lleva al tema de las guerras, por el poder, por la gloria y a veces porque alguien disfruta de ellas. Muchos soldados, guerreros, revolucionarios, van a la guerra sin saber los motivos por los cuales luchan o se sacrifican. Y mientras un padre de familia está dispuesto a morir por su nación, está dispuesto a sacrificar el porvenir de su esposa e hijos. Un tema que definitivo da mucho de que hablar.
El desenlace de la historia es magnífico, cierra muy bien el ciclo de la estirpe y nos deja con un esclarecedor, interesante y entretenido final. Lo disfruté muchísimo y me dejó bien claro el porqué este libro es tan reconocido y aclamado. Todo se une y la narración regresa a una fluidez y ritmo adecuado.
Entendería que muchas personas abandonan esta lectura a la mitad, no es una lectura fácil y para nada rápida en algunas partes. Estoy seguro de que este libro regresará a mi en un buen tiempo y podré disfrutarla y encontrar una nueva perspectiva. Si tu intentaste leerlo y lo abandonaste no te sientas mal, cuando llegue el momento, encontrarás en este libro una magnífica historia.
NOTA: Un detalle que me pareció excelente y de buen gusto fue la aparición de la Cándida Eréndira, personaje de un cuento largo escrito por el mismo Márquez.
Cien años de soledad no es una lectura ligera, no es recomendable para inicial el hábito de la lectura, pero definitivamente es una lectura obligada para quien disfruta del realismo mágico. García Márquez se ganó a pulso su fama con su brillante narrativa y sorprendente prosa. Me quedo con muchas ganas de leer más de sus novelas. Esta es una memorable y fantticaas
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