Con una narración cruel y despiadada, Fernanda Melchor plasma una devastadora sociedad mexicana que nos abrirá los ojos ante las problemáticas que muchas veces minimizamos.
Escritora y traductora mexicana.
Estudió periodismo en la Universidad Veracruzana (UV). Es maestra en Estética y Arte por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
Ha colaborado en medios como Revista de Literatura Mexicana Contemporánea, Vice Latinoamérica, GQ Latinoamérica, Vanity Fair Latinoamérica y Le Monde Diplomatique .
En 2013 publicó dos libros: Aquí no es Miami y Falsa liebre, su primera novela. Su obra más reconocida ha sido su segunda novela, Temporada de huracanes.
Un grupo de niños encuentra un cadáver flotando en las aguas turbias de un canal de riego cercano a la ranchería de La Matosa. El cuerpo resulta ser de la Bruja, una mujer que heredó dicho oficio de su madre fallecida, y a quienes los pobladores de esa zona rural respetaban y temían.
Tras el macabro hallazgo, las sospechas y habladurías recaerán sobre un grupo de muchachos del pueblo, a quienes días antes una vecina vio mientras huían de casa de la hechicera, cargando lo que parecía ser un cuerpo inerte.
A partir de ahí, los personajes involucrados en el crimen nos contarán su historia mientras los lectores nos sumergimos en la vida de este lugar acosado por la miseria y el abandono, y donde convergen la violencia del erotismo más oscuro y las sórdidas relaciones de poder.
Continuando con la temporada de leer libros escritos por mujeres llegó esta nueva novela lista para quedarse eternamente en mi librero y en mi mente. Había escuchado un montón de maravillosos comentarios alrededor de esta historia y pues de manera impaciente me adentré en sus páginas.
La novela comienza con la aparición de un cuerpo inerte y un misterio detrás de ese cadáver, ya que pertenece a la bruja del pueblo. La encargada de hacer limpias, curar a un niño empachado o maldecir a las personas con turbias pociones y conjuros. Ya desde aquí y con la buena narración que trae el libro me transportó a un pueblito mexicano de hace unas cuantas décadas. También el lenguaje es muy reconocible al ser coloquial, rudo y crudo.
Me gustó mucho el tono que usa la autora para describir los sucesos tan característicos de una sociedad menos urbanizada. Además, en esta novela descubrimos las distintas perspectivas de los involucrados en el crimen, lo que nos permite encontrar distintos tonos y estilos de narración, haciendo muy diversa la historia. Algo que recalcar son las buenas transiciones entre perspectivas, ya que puedes estar en una línea de la historia y con una pequeña anécdota ya te cambiaste a conocer a un nuevo personaje, es bastante sutil.
Fernanda Melchor tiene un gran talento para que el lector se sumerja en la lectura y olvide que existe el mundo real. Las palabras que usa, la cronología que maneja y su forma de expresar algunas situaciones que todos los latinoamericanos hemos visto o vivido, ayudan que quieras seguir leyendo. Refleja muy bien a una sociedad que más allá de devastada, se encarga de ser devastadora para sus habitantes al criticar, maltratar, minimizar y crear prejuicios. Te deja con un impacto gigantesco y te deja reflexionando acerca de la sociedad en la que vivimos que, aunque ha cambiado, todavía falta mucho que mejorar.
Algo que si tengo que decir es que las páginas están repletas de detalles y se aplaza por mucho rato la trama principal. Sorprendentemente mantiene un buen ritmo que además de ayudarte a enfocarte en el misterio principal, puedes conocer la vida de los involucrados y qué los llevó a hacer lo que hicieron. Sentí que muchas páginas pudieron ser removidas y aun así mantener la esencia de la novela, pero a mi gusto estuvo bien que las dejara porque eran narraciones entretenidas.
Retomando un poco el tema del lenguaje, por momentos me llegué a sentir incómodo e intimidado por lo cruel, cruda e intensa que se vuelve la narración. Eso sí, que me sintiera incómodo no me prohibió disfrutar y reflexionar sobre la infinidad de problemáticas que la autora saca a la luz: las drogas, el machismo, la pedofilia, el aborto, la falta de educación sexual, entre muchas otras.
Sentí impotencia y frustración al leer las déspotas actitudes hacia las mujeres y niños, al conocer a padres que solapan a los hijos o abuelitas que maltratan a las nietas y consienten a los nietos. Tal vez yo no lo he vivido en carne propia, pero si me ha tocado verlo y es bastante triste.
Dentro de la historia hay escenas eróticas magníficamente narradas que te transmiten violencia, deseo y al mismo tiempo odio. Están muy bien logradas.
Fue un libro que disfruté más por su narrativa y lo interesante de la historia, pero no logré conectar tanto como esperaba. No estoy seguro si lo consideraría entre los mejores libros que he leído, pero definitivamente le admiro el excelente trabajo a Fernanda Melchor y comprendo sus diversos premios. Entiendes el dolor de la autora al escribir la novela, sintiendo una llama en cada palabra y al final, ves cómo esa llama se extingue con un poco de tranquilidad.
Estoy seguro de que da para analizar un montón, pero mientras tanto como una lectura pasajera, queda perfecta. Me quedo con un muy buen sabor de boca con su estilo de escritura y me dan ganas de leer más. Tiene buena narrativa, buena conclusión de los temas y personaje y cumple con el factor de intensidad. En lo general es un libro muy bien escrito. Es un libro que recomiendo ampliamente, pero lo mejor es que lo lean adultos por su lenguaje explícito.
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